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España,plurinacional (LXIX)

                España,plurinacional
                                               LXIX.- Revolución en la Iglesia (4)
 
En abril de 1963 fue ejecutado en Madrid Julián Grimau,un dirigente comunista muy comprometido en el terror contra la derecha durante la guerra,cuyo envío a España desde el exterior pareció a algunos una decisión bastante extraña.La vasta campaña internacional de protesta no tuvo prácticamente eco dentro de España,pero intensificó la sensación de crisis y aislamiento del régimen,reforzada unos meses después por la elección de Pablo VI,nada amigo de Franco.Entre tanto,unos atentados anarquistas que ocasionaron varios muertos y heridos dieron lugar a la captura y ejecución de sus probables autores en agosto,y a nuevas protestas exteriores,aunque mucho menos resonantes.Y en la misma onda de ofensiva,en noviembre el abad Escarré,del monasterio de Montserrat,lanzó un ataque frontal al gobierno desde el diario francés Le Monde.En él denunció la persistencia de presos políticos,y la necesidad de libertad de prensa y de elecciones,calificando al régimen de subversivo y resaltando el carácter nacional de Catalunya,y su derecho a su cultura,historia y costumbres:Somos españoles,no castellanos.España había vivido 25 años de victoria,pero no de paz.Esto,viniendo de un religioso antaño franquista y muy afín al Opus Dei,era más de lo que la dictadura podía tolerar,y presionó hasta obligar al abad a exiliarse.Para el gobierno,la política de Escarré o la de los de Munich,aparte de traicionera,devolvería a España al caos de preguerra,máxime teniendo en cuenta que la oposición no había cambiado mucho de modo de ser y pensar.
                El PNV y los nacionalistas catalanes apenas tomaron parte en la ofensiva contra Franco (poco efectiva,de todos modos),y serían los comunistas quienes brillasen en los años siguientes.Hasta entonces la infiltración del PCE en ámbitos intelectuales y sindicales había rendido poco fruto:salvo contadas huelgas o manifestaciones estudiantiles,como las de Madrid en 1956,la década de los 50 había traído al PCE muchos más reveses que victorias.Pero desde 1962 el panorama mejoró para él gracias a dos iniciativas:las Comisiones Obreras (CCOO) y el Sindicato Democrático de Estudiantes (SDE).
                Las Comisiones surgieron espontáneamente en las huelgas de dicho año,como grupos de delegados ocasionales al margen del sindicato oficial,y el PCE tuvo la visión de darles una estructura permanente,en apariencia abierta a todo el mundo,pero férreamente controlada por él.Este movimiento se organizó en gran parte en locales eclesiásticos y con ayuda del clero progresista.Con su ficticio desligamiento de partidos,de los que se fiaban poco los obreros,y su agitación reivindicativa,CCOO ganó prestigio,explotó durante unos años su posición ambigua,ni legal ni ilegal,y probó a copar en las elecciones los cargos del sindicato oficial,para dominarlo desde dentro.Pero la ficción apolítica no duró,pues todo el mundo llegó a saber qué partido estaba detrás,y en 1967 la policía desarticuló las CCOO,sumiéndolas en crisis.El PCE aplicó en la universidad la misma táctica de crear un montaje supuestamente apartidista,gracias al cual terminó por hundir al sindicato oficial de estudiantes (SEU),a finales de la década.
                Siguiendo la estrategia comunista de ahondar en todas las posibles grietas del sistema,tanto CCOO como el SDE fomentaban los nacionalismos vasco,catalán y gallego,incluyendo entre sus reivindicaciones el derecho de autodeterminación o los derechos nacionales.Dado el éxito considerable de Comisiones y del Sindicato Democrático también en Cataluña y Vasconia,puede decirse que el grueso de la agitación pronacionalista,aunque mezclada con reivindicaciones más generales,recayó por entonces en dichas organizaciones de dirección comunista.
                El PCE se hizo el eje de casi toda la oposición antifranquista,salvo en Vasconia,debido a la incidencia del terrorismo,a la que alentaba y trataba de dirigir,anudando lazos y proponiendo acciones comunes.Llevó el acuerdo hasta personajes de la oligarquía y ex franquistas como Areilza,Joaquín Ruiz Jiménez o Joaquín Satrústegui,ocupados en asegurarse un espacio político a la muerte de Franco.Éstos pensaban valerse para sus fines del esfuerzo comunista,tal como los comunistas pensaban utilizarlos a ellos.El PCE,que ni en su época más stalinista había dejado de enarbolar la bandera de las libertades,lo hizo entonces con redoblada energía.Crecía así una confusa marea antifranquista,mezcla inextricable de totalitarismo marxista,anticapitalismos de diversa índole,nacionalismos regionales y reivindicaciones democráticas.En un sentido retomaba los tópicos del Frente Popular,pero en otro se alejaba de él,concibiendo hasta la posibilidad de una monarquía (no la de Juan Carlos),mientras los gobiernos y grupos del exilio quedaban cada vez más remotos.
                Aun con todos sus avances,el movimiento comunista sufría una crisis,reflejo de la división entre la estrategia maoísta y la soviética.Tras la frustrante aventura del maquis,el PCE pensaba alcanzar el socialismo real por medio de movimientos de masas,y si bien mantenía la idea de la lucha armada,la relegó a segundo plano.Por esa semirrenuncia le acusaban los maoístas y otros comunistas radicales,muy activos y a veces violentos en la práctica,pero atomizados.El PCE replicaba exhibiendo sus movilizaciones u otros éxitos políticos.Pero tales avances,si bien muy notables comparados con otras épocas,estuvieron siempre lejos de la huelga nacional con la que los comunistas aspiraban a derrocar al franquismo.
                Pues en realidad el régimen no se debilitaba,sino que se robustecía en muchos sentidos.Había derrotado a todos sus enemigos internos y externos,y en 1951 había superado la renta per capita de preguerra.En los años 50 había desaparecido el hambre,por primera vez,entre las causas de muerte en España;y aunque la autarquía cultivada hasta entonces estaba agotada a finales de la década,una oportuna reforma económica empujaba desde principio de los 60 una espectacular expansión productiva que,entre otras cosas,resolvió definitivamente la vieja cuestión agraria mediante la emigración,única salida adecuada al exceso de población campesina.
                Un indicio de la fortaleza del franquismo lo ofrece la emigración a otros países europeos,por la que pasaron quizá tres millones de personas durante ese decenio.Estas personas abandonaban sus pueblos,y a menudo sus familias,y por tanto debían estar resentidas con el régimen al que podían culpar de sus penurias,aparte de probar en el extranjero las libertades y la democracia.Sin embargo los emigrantes que iban y venían no actuaron,en general,contra el franquismo,y la propaganda de las formaciones izquierdistas en el exterior surtía escaso efecto sobre la mayoría de ellos.Otro indicio lo encontramos en el número de presos políticos,inferior al medio millar a finales de la relativamente agitada década,y a pesar del fuerte incremento causado por las actividades de la ETA.
                La propia acción de las oposiciones se realizaba en muy buena parte por medio legales o semilegales,prueba del profundo cambio en el régimen desde los años 40.Aunque sin libertades políticas,en los 60 la libertad personal era muy amplia y la prensa más plural,abundando publicaciones contestatarias como el diario Madrid,y hasta comunistas sin mucho disimulo,como la influyente revista Triunfo;o se editaban numerosos libros marxistas.La progresiva liberalización hablaba de un régimen que se sentía menos amenazado,y más capaz de absorber protestas.La propaganda presenta a los movimiento antifranquistas mimbrados de heroísmo frente a una feroz represión,pero la tolerancia oficial con ellos aumentaba,y la represión,en forma de multas,suspensiones o encarcelamientos generalmente breves,sólo se endurecía cuando la impronta comunista destacaba demasiado,o se atacaba demasiado directamente a Franco.Las ejecuciones de Grimao y de dos anarquistas por dos atentados marcaron los límites.En trece años,desde 1953 a 1976,el Tribunal de Orden Público juzgó a 11.251 personas por actividades antifranquistas,cifra indicativa de la poca actividad opositora en un país de unos 35 millones de habitantes.Tampoco las penas,10.146 años de prisión,menos de un año por persona,indican una represión brutal,máxime cuando la mayoría no se cumplieron,por ser inferiores a un año.Y la vasta mayoría de los detenidos simpatizaba con regímenes incomparablemente más represivos.
                En Cataluña la oposición propiamente nacionalista era casi insignificante.Jordi Pujol y otros se orientaron hacia la acción cultural,mucho menos arriesgada que la política,pues el régimen la permitía y a veces la fomentaba.Trataban,pues,de aprovechar esas ventajas y dar a su actuación un sesgo nacionalista abierto o solapado.En 1961 fundaron la asociación legal Omnium Cultural.También surgió por entonces la Nova cançó,un movimiento de cantantes de calidad desigual,varios de ellos muy politizados en sentido izquierdista o nacionalista,o ambos,y que compusieron algunas canciones de propaganda antifranquista.
                Después de las declaraciones de Escarré,en 1963,habría que esperar tres años a una campaña de tintes claramente nacionalistas:la emprendida contra los obispos de origen no catalán.Sus propulsores,que alardeaban de europeísmo y modernidad,sólo admitían en Catalunya obispos catalanes,nacionalistas.

       

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