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España,plurinacional (LXXVI)

                España,plurinacional
                                               LXXVI.- Últimos años del franquismo (1)
                              
                Podría creerse que la creciente movilización contra el régimen lo ponía en serio peligro,pero no hubo tal.La agitación por el juicio de Burgos,aunque extensa,afectó a minorías aún más pequeñas,como revela el tamaño de las manifestaciones,la mayor de ellas,en Barcelona,no superior a las dos mil personas,y casi todas de no más de unos centenares.Desde luego los manifestantes representaban a mucha otra gente,más tibiamente antifranquista y poco aficionada a protestar en la calle,o antifranquistas y antipartidócratas,por lo que no tuvieron a bien colaborar en la extinción del régimen para que gobernaran los partidos,aunque votase el 9 % del censo electoral,como ha sucedido ya en Canadá.Y,desde luego,el régimen recibió siempre adhesiones mucho más multitudinarias.Por lo demás,1970 fue también el año de la firma del Acuerdo Comercial Preferencial con la Comunidad Económica Europea (CEE),muy favorable a España,y la renovación de los Acuerdos de Amistad y Cooperación con los EEUU,que estrechaban la relación con el poderoso aliado.Una Ley General de Educación buscaba mejorar algunos aspectos de la misma,y la economía marchaba óptimamente.
                Franco había tomado previsiones sucesorias,nombrando en 1969 al príncipe Juan Carlos su sucesor a la cabeza del Estado,y a título de rey.Juan Carlos juró los principios del Movimiento Nacional,el partido único a efectos prácticos,muy burocratizado y poco efectivo políticamente.Tal decisión postergaba a quien se consideraba heredero legítimo del trono,don Juan,padre de Juan Carlos e hijo de Alfonso XIII,introduciendo un paréntesis en la línea sucesoria.El nombramiento de Juan Carlos significaba un corte con la monarquía liberal del pasado,fracasada históricamente en 1931 a juicio de la derecha,o en 1923 a juicio de la izquierda.Don Juan recibió la noticia con pésimo humor,sintiéndose traicionado por su hijo,y hasta 1977 no aceptó oficialmente los hechos consumados,que fueron también traición de Juan Carlos de cuanto había jurado,para presidir una monarquía parlamentaria,a base de representantes de partidos,votase quien votara.
                Don Juan había perdido sus opciones al trono un cuarto de siglo antes,al terminar la II Guerra Mundial,cuando había apostado por el derrocamiento de Franco,gestionando con Gran Bretaña y Francia la política antiespañola que ya conocemos.Había intentado entonces congraciarse con los aliados vencedores de Alemania y con la oposición española,a la que ofrecía,con la excepción de los comunistas,una posible vuelta al poder.Ello,a tan pocos años de la guerra civil,resultaba intolerable para Franco,pues habría significado,a su juicio,el retorno a la vieja epilepsia política,que la guerra debía haber superado de una vez por todas.Y no pensaba abandonar el poder en vida,para convertirse en figura decorativa,o incluso sufrir persecución,previsiblemente sañuda,de sus muchos enemigos republicanos.
                Pero en los años 70,bajo su aparente solidez,el franquismo no era ya muy fuerte.Entre sus familias o grupos de presión se abrían grietas,visibles por ejemplo en el caso Matesa,de 1969,explotado por el sector azul o falangista,contra el tecnócrata del Opus Dei,con ministros como López Rodó,López Bravo o Federico Silva.El affaire partió de un empresario catalán que,acogiéndose a ventajas fiscales,había exportado maquinaria que en realidad almacenaba en el extranjero con vistas a su venta ulterior.Fraude formal,aunque recurso empresarial legítimo según algunos,recibió en la prensa una publicidad extraordinaria,y nada beneficiosa para el régimen.De todas formas esas fracturas parecían menores al lado de la que supondría la de la Iglesia.También hombres del Opus Dei sostenían periódicos tan críticos hacia el franquismo como el diario Madrid,que terminaría por ser cerrado en 1971,tras atacar directamente a Franco.
                Aun con esos principios de cuarteamiento,y por chocante que suene a la vista de ciertas historias sobre la época,muy pocos en la oposición creían posible derribar al régimen,o siquiera cambiarlo substancialmente,antes de la muerte de Franco.El elemento definitorio del momento era la ancianidad de Franco,con 78 años,y su cada vez más visible deterioro físico,efecto de la enfermedad de Parkison.Su fallecimiento,que hasta entonces había parecido desesperadamente lejano a sus adversarios,se volvía una probabilidad próxima,suscitando por todas partes,si bien de manera sorda,las inquietudes,las esperanzas y los temores.La pregunta ¿qué pasará después de Franco? estaba en boca de todos.
                Durante los años 50 y 60 España había cambiado mucho,tanto por la mejoría económica y la distensión social como por la desaparición de los viejos partidos.Ninguno de éstos,con la única y precaria excepción del PCE,tenía presencia real en la vida del país:ni el PSOE ni la CNT,la Ezquerra,la Lliga,el PNV o los republicanos.Casi cabría decir lo mismo de la Falange,los monárquicos o el tradicionalismo.La primera,burocratizada en el Movimiento Nacional,se apartaba cada vez más de la sociedad.El carlismo iba a sufrir un proceso de descomposición por tendencias autogestionarias,empeñadas en adaptarlo a los tiempos modernos según ellos los veían.Los monárquicos,siempre pocos,también se dividían entre los juanistas,los juancarlistas y los que,aunque favorables a don Juan,daban prioridad a Franco.El movimiento católico de la antigua CEDA también estaba dividido entre los progresistas,dialogantes con los totalitarismos de izquierda,los democristianos opuestos al franquismo,y los más numerosos partidarios de Franco.El régimen,apuntalado por sus éxitos prácticos,se debilitaba doctrinal y políticamente,pero sin derrumbarse.
                Estas circunstancias favorecían en principio una evolución suave.Pero el ambiente internacional de aquellos años,marcado por las revueltas de mayo del 68 en Francia,el poderío del comunismo italiano y las agitaciones en Alemania,mientras USA corría hacia su derrota en Vietnam,traía incertidumbre.Y en España surgían de pronto unas fuerzas nuevas,violentas y resueltamente totalitarias.Además de la ETA,proliferaban los grupos marxistas-leninistas o maoístas,predicando la lucha armada,y empezando a practicarla en algunos casos.
                La réplica del gobierno,con el endurecimiento de las leyes,los estados de excepción y los juicios militares,parecía anunciar una involución política,dando al traste con la progresiva apertura de los años 60.Sin embargo no iba a ser así.Dentro del régimen había dos posturas implícitas:la de quienes creían posible institucionarlo y preservarlo después de la muerte de Franco,y la de quienes lo tenían por una dictadura surgida de circunstancias excepcionales,y por tanto destinado a disolverse antes o después,probablemente con la muerte de Franco.Los primeros,conocidos por sus enemigos como el bunker,se aferraban a los principios y la retórica tradicionales,e invocaban los avances sociales alcanzados,mientras que los otros pensaban en una apertura política que sólo podía concluir,antes o después,en la homologación de España con las que se llaman democracias europeas:regímenes de partidos,aunque no los vote nadie.Esta segunda corriente iría imponiéndose pese a los frenazos involutivos.Hasta cierto punto la derecha volvía a la situación de preguerra:un sector,de mayor influjo católico,que aceptaba o favorecía la partidocracia;y otro,más bien falangista,contrario a ella.Aunque,por las paradojas de la historia,serían al final varios destacados falangistas quienes conducirían la transición.
                Tanto USA como las democracias europeas sentían seria inquietud por el porvenir de España después de Franco,y presionaban para atenuar probables convulsiones.Con esa preocupación Vernon Walters,enviado especial del presidente Nixon,visitó a Franco en 1972.Y Franco mostró optimismo:a su muerte Juan Carlos sería rey,y las instituciones funcionarían,aunque lo que sucedió fue precisamente que Juan Carlos,ya rey,visitó inmediatamente USA para prometer la inmediata institucionalización de la partidocracia.No habría guerra civil ni disturbios graves,porque lo impedirían el ejército y la clase media creada por su régimen.
                ¿Era factible una salida llamada democrática?.Era casi un dogma que las dictaduras sólo caen por la fuerza,y pronto pareció confirmarlo el caso portugués,donde el salazarismo sucumbió por golpe militar.Pero el aperturismo español abonaba otras esperanzas.En general Washington apoyaría más bien al franquismo como factor de estabilidad y evolución,y las partidocracias europeas a la oposición antifranquista;si bien USA apoyaría también la instauración de la partidocracia tan pronto muriese Franco,y así sucedió.
                En principio los políticos del régimen ofrecían poca confianza para una democratización real,pero ¿qué decir de los partidos contrarios?.De los terroristas y los comunistas,que constituían la abrumadora mayoría de la oposición activa,no podía esperarse una convivencia pacífica en las libertades.Al PCE no se le caía de la boca la palabra democracia,e incluso había tenido disputas con la URSS;pero su doctrina nunca había dejado de ser el marxismo-leninismo,aunque por esos años los partidos comunistas de Italia,Francia y España inventaron el eurocomunismo,que los equiparaba a un partido más,dispuesto a repartirse sobre el cien por cien del censo electoral el tanto por ciento que votase:del 9 al 73 %.Recibía no obstante ayuda del KGB,y tenía por amigos especiales a sombríos despotismos como el del coreano Kim Il-sung o el del rumano Ceaucescu.Por esta razón,tanto USA como Europa occidental favorecieron el resurgimiento de partidos presumiblemente moderados,como el PSOE o el PNV.De la ayuda a este último se sabe todavía poco,pero la del primero se extendió hasta la extrema derecha alemana.

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