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España,plurinacional (LXX)

                                España,plurinacional

                                               LXX.- Revolución en la Iglesia (5)
 
También en marzo de 1966 nació el Sindicato Democrático de Estudiantes barcelonés.El título democrático no impedía que el grupo estuviera bajo la firme rienda del PSUC,la sección catalana del PCE.De nuevo salió a la luz la colaboración entre los comunistas y la Iglesia avanzada,pues la fundación del sindicato tuvo lugar en el convento de capuchinos de Sarriá,donde los estudiantes reunidos pudieron mantenerse dos días antes de que la policía recibiese autorización de intervenir,recibiendo con ello la máxima repercusión publicitaria.Numerosos estudiantes fueron arrestados.Poco después,en mayo,130 sacerdotes y religiosos protestaron en la vía pública barcelonesa por los malos tratos a un estudiante.Una manifestación de sotanas resultaba un espectáculo realmente insólito,y no pareció a muchos del todo serio,pero en adelante iban a aparecer cada vez más sacerdotes mezclados en actividades de izquierda,sin exceptuar los terroristas.
                En esos años los círculos nacionalistas mostraban la mayor preocupación por la riada de inmigrantes llegados a Catalunya.El desarrollo económico ocasionó un trasvase de población desde las zonas agrarias de Andalucía,Extremadura,Castilla o Galicia,hacia las grandes ciudades,en especial Madrid,Barcelona,Bilbao,Sevilla,Valencia,Vigo,etc.Según la propaganda habitual aún hoy,el régimen había procurado el empobrecimiento de Cataluña y al mismo tiempo la inmigración,para descatalanizar al Principado.Pero la contradicción salta a la vista.En realidad el franquismo promovió desde sus mismos inicios la industria y las empresas en Cataluña,que disfrutó en los años 60 de una prosperidad sin precedentes,pese o gracias a haber descendido mucho el proteccionismo tras la anulación del arancel Cambó.Muy lamentada por los nacionalistas,la inmigración contribuyó al enriquecimiento general y no afectó seriamente a la cultura tradicional catalana,pues paralelamente hubo un resurgimiento de ésta,tolerado y a veces ayudado desde instancias oficiales.
                Los inmigrantes constituyeron la principal base de los movimientos reivindicativos y,aunque no nacionalistas,defendieron reclamaciones catalanistas con más energía y riesgo que los propios nacionalistas,cuya presencia en la lucha contra la dictadura fue precaria.Así,a través de la acción comunista y clerical,empezó a rehacerse inopinadamente el nacionalismo.El PCE estimulaba los nacionalismos vasco,catalán y gallego para fracturar al enemigo principal,la oligarquía financiera y terrateniente,con tanto mayor entusiasmo a causa de la aversión al nacionalismo español de un régimen que le había derrotado una y otra vez.Durante esos años la oposición antifranquista unió la repulsa a Franco con la repulsa al patriotismo español,aunque se hablase de otra España de definición imprecisa y variable según el partido que emplease la expresión.No fueron,sobre todo en Cataluña,los nacionalistas,sino los comunistas,y de otra manera la Iglesia,quienes impulsaron y apoyaron el renacer del nacionalismo.
                Renacimiento relativo.En los últimos años se ha creado una difundida impresión de que Franco tenía muy mal ambiente en Cataluña,pero sólo ocurría en ámbitos minoritarios.Franco visitó oficialmente quince veces la región,la última en 1970,cuando ya se hacía notar su declive físico.En todas ellas fue objeto de un recibimiento multitudinario y entusiasta,bien explícito en fotos y documentales.
                La década de los 60 terminaba,en 1969,con la constitución de la Coordinadora de Forces Politiquees de Catalunya,impulsada,como casi siempre,por los comunistas.En ella entraban grupos nacionalistas,como la Ezquerra,un Front Nacional,y la democristiana Unió Democrática de Catalunya,todos ellos grupúsculos,pero interesantes para la táctica del PSUC.
                Y también terminaba la década con un nuevo golpe al régimen por parte de Pablo VI,que en 1969 reconvino públicamente a los obispos españoles y al franquismo,tomando partido por el clero progresista.La advertencia papal despertó auténtica indignación en los criticados,y un obispo llegó a acusar al Papa de apoyar al terrorismo,según relata el cardenal Tarancón,principal abanderado de los nuevos aires.El Papa no veía con agrado la vinculación que la Iglesia española tenía con el régimen.Temía que cuando se produjese el cambio tuviese que pagar la Iglesia una factura muy cara.Y deseaba promover a los obispos más despegados u opuestos a Franco.
                Ese mismo año asistía Tarancón a un Simposio de obispos europeos en Suiza,y en él me di cuenta de que el fenómeno contestatario que se había iniciado en España no era más que un eco,y muy débil por cierto,de la corriente contestataria que de manera impetuosa irrumpía sobre Europa.En Europa se defendía la tesis de que los sacerdotes debían comprometerse en el cambio de las estructuras políticas y sociales en nombre del Evangelio y aun por procedimientos violentos,porque eran injustas.Se hablaba ya abiertamente de la teología de la violencia y de la teología de la revolución.Sin duda los democráticos líderes comunistas tenían bastantes razones para estar contentos de evolución semejante.
                En los años 60 surgió en España un nuevo movimiento de izquierda y nacionalista con rasgos históricamente inéditos,principalmente la hegemonía comunista,mientras casi se esfumaban fuerzas otrora tan definitorias como los republicanos,anarquistas,socialistas o los viejos partidos nacionalistas.Y al lado de este fenómeno,aparecía un terrorismo nacionalista también nuevo,en Vascongadas.
                Pero el rasgo clave de la época fue sin duda el cambio en la Iglesia,su parcial pero muy nutrida incorporación al antifranquismo.Para el régimen constituyó un problema mucho más serio que la proliferación de grupos de oposición,rara vez influyentes.Pues de un lado la defección eclesiástica fragilizaba uno de los pilares del sistema,y de otro alimentaba a todos sus enemigos.Dentro de la Iglesia de esta época pueden distinguirse tres tendencias.Una,minoritaria y representada en especial por el obispo Guerra Campos,continuaba fiel al régimen;otra,posiblemente mayoritaria,trataba de preparar un relevo no traumático al franquismo,sin romper del todo con él:línea representada por Tarancón;y la tercera se comprometía abiertamente con los extremismos de izquierda.La línea separadora entre las dos últimas tendencias no siempre quedaba clara.Quizá como balance final cabría señalar que la Iglesia desempeñó un papel muy relevante en la creación de un ambiente social propicio a las libertades y a un cambio político moderado,pero al mismo tiempo favoreció de modo no menos importante el despertar de movimientos totalitarios,secesionistas y hasta terroristas.
               
               
               
 

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