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El matrimonio homosexual

De gloria olivae
I.- El matrimonio homosexual

Cuando se asciende a cargos de responsabilidad política puede uno encontrarse con problemas que no sabe cómo resolver,pero lo cierto es que en Europa distinguimos ya entre lo civil y lo eclesiástico.
Quisiera creer que la homosexualidad es tendencia o instinto sexual hacia personas del mismo sexo,y que esta tendencia se forma en el claustro materno,mientras somos embrión o feto,pues nos constituimos asexuales,pasamos después a tener sexo,pero dicen que estados maternos concretos,difíciles de conocer,son los que hacen que,ya en estado embrionario,se altere la ley general de tender sexualmente hacia el otro sexo.
Saben que concibo el catolicismo como relación espiritual del ser humano con el universo,que conozco más o menos quién está siendo o no católico cristiano,y que creo que algo puede suceder en las próximas décadas que tenga por resultado el fin del Papado en el Vaticano,de acuerdo con las profecías de Ciacconius (San Malaquías o de los Papas) y Nostradamus:pero despojando a ambas,completamente,de lo que tienen de milenaristas:catástrofes por fin de milenio,con “segunda venida de Cristo”,cuando Cristo es la divinización que los judíos helenistas hicieron de un Jesús que creyó había llegado el momento de que el Mesías (real como creencia concreta,inexistente como realidad física) viniera a redimir a su pueblo del Imperio Romano.Hablando pues claro,Cristo es al cristianismo lo que el Mesías al judaísmo:dos inexistencias físicas.
Elegido el ex Cardenal Joseph Ratzinger como Benedicto XVI,ha pasado a ser de gloria olivae en la profecía de Ciacconius.Y por cuanto es el último lema,y se han cumplido todos los anteriores,pero uno se cumplió en Voltaire,he asumido pues la responsabilidad de que se cumpla también éste,por una parte controlando la actividad papal o pontificia de Benedicto XVI,y por otra parte corrigiéndola,en todo aquello que me permita ser coautor para que su lema profético se cumpla,pues he nacido entre olivos,y disiento en que sea verdad el catolicismo dogmático:lo que Benedicto XVI llama verdad yo llamo mentira.
De haber sido yo el elegido no habría aceptado la elección sin contar con la colaboración de aquellos Cardenales que hubiera considerado esenciales para cumplir con mi misión,y siendo seglar no creyente,pero respetuoso con las creencias,hubieran sido imprescindibles,desde mi elección,1)un Vicario Apostólico para los católicos creyentes y practicantes,que en principio me hubiera gustado hubiera sido el Cardenal Jean-Marie Lustiger,Arzobispo Emérito de París,pero en no muy buen estado de salud;2)otro Vicario Apostólico para los no creyentes,que en principio hubiera sido el Cardenal Christoph Schönborn,Arzobismo de Viena y Presidente de la Conferencia Episcopal austriaca;y 3)un Secretario de Estado,que en principio hubiera sido el Cardenal Carlo María Martini,Arzobispo Emérito de Milán,con residencia en Jerusalen.El Cardenal Joseph Ratzinger hubiera quedado de Prefecto de la Congregación para la Defensa de la Fe,mientras no la hubiera suprimido,pero con la obligación de recomendar,y no de imponer nada.
Siendo Papa Benedicto XVI,he recomendado que su Secretario de Estado fuera el Cardenal Cristoph Schönborn,confirmando en sus cargos al resto,de momento,como ha hecho él.Y no quiero entrar en si debe nombrar a alguien para Prefecto de la Congregación para Defensa de la Fe,o si debe suprimirla.
He leído todas sus homilías al Colegio Cardenalicio estos días,y sólo he aceptado el cambio de actitud que va a tomar respecto al Concilio Vaticano II,del que él fue Consejero.Seguramente comentaré también la que pronuncie el domingo,en la misa de su toma de posesión.
Lo que hoy no me ha gustado es que el Prefecto de la Congregación para la Familia,Cardenal colombiano,haga declaraciones a la Prensa y haya salido en TV condenando el matrimonio homosexual que está tramitando el Poder Legislativo español,a propuesta del Ejecutivo:en Europa son tiempos de nítida distinción entre Iglesia y Estados,y a lo sumo se usa la vía diplomática para limar diferencias entre lo civil y lo eclesiástico.
Que el Vaticano se siga considerando en posesión de la Verdad,cuando es de la Mentira,no me gusta,porque va en detrimento del lema pontificio de Benedicto XVI,que para mí es de gloria olivae.
La intervención del Cardenal colombiano en los asuntos de España,aunque esté respaldada por la Conferencia Episcopal española,no me ha gustado pues nada.A lo sumo tenía que haber usado la vía diplomática.
Y ahora entramos en la postura que debe adoptar el catolicismo frente a la homosexualidad,evidentemente uno de los grandes problemas a los que se enfrenta el Papado.
Soy el primero que siempre he creído que el cristianismo triunfó por debilidad o decadencia del Imperio Romano,y esa decadencia fue primordialmente sexual.Me preocupa pues la moral sexual pública.
Como lo general no es particular,pertenezco a los que reconocen el derecho de los homosexuales a practicar su sexualidad como personas,pero legalmente pongo reparos al matrimonio homosexual,porque el matrimonio,civil o canónico,debe seguir siendo entre sexos distintos.
Pero no puede distinguir el Estado entre homosexuales y heterosexuales a la hora de proteger derechos,y por tanto si los homosexuales reclaman o exigen estado legal de matrimonio para sus relaciones,el Estado no puede ignorarlos.
Tal vez no se debiera exigir tanto,pero la realidad es que en Europa se exige.Si un Partido llega al Poder porque ha prometido en su campaña electoral elevar a categoría de matrimonio el homosexual,toda promesa electoral debe cumplirse,y ése es el caso de España.
La Iglesia católica tiene pues que comenzar a distinguir entre lo estatal y lo eclesiástico,y después de dar ejemplo,pues es precisamente la homosexualidad uno de sus problemas internos:el celibato ha conducido en muchos casos a la homosexualidad,aunque lo más corriente haya sido hacia la práctica sexual con “hijas de María”,la mayoría de las veces casadas.Quisiera saber cuántos hijos de ambos sexos,en matrimonios canónicos,han sido engendrados con espermatozoide del párroco.
Pedir que el catolicismo se abra a los seres humanos sin distinción entre creyentes o no creyentes tal vez sea mucho,pero es la única salida histórica que le queda al catolicismo romano.Pedir que distinga pues entre creyentes y no creyentes es casi una obligación de Benedicto XVI,pero no para condenar a la hoguera al no creyente,sino para que su apostolado no sea católico en el sentido de exigir catolicismo cristiano urbi et orbi.
Difícil ejercer el Poder Ejecutivo en los Estados,cuando hay que solucionar problemas como el terrorismo,la economía,o incluso si las regiones históricas tienen derechos a proclamarse naciones.
El actual Presidente del Gobierno español,por cuanto España es una partidocracia occidental más,ya tiene en el 49 % el porcentaje de adeptos,e irá a menos.
Pero el Pontífice tiene,en Europa,un máximo del 15 % de católicos practicantes,y tiene que ser aún más prudente a la hora de permitir que sus Congregaciones y Dicasterios usen TV y Prensa para ingerirse en asuntos de Estado.
Y ahora a lo más difícil.¿Qué postura debe adoptar Benedicto XVI respecto a la homosexualidad?.Considerarla instinto sexual minoritario,pero propio incluso de clérigos.Fuera hipocresías.El sexo es un instinto,y aunque la praxis general y generalizada sea heterosexual,no se pueden negar derechos,civiles ni eclesiásticos,a los que son homesexuales.Repito,sin embargo,que son los homosexuales los que deben considerarse minoritarios,y no aspirar a lo que van a conseguir:la equiparación del matrimonio homosexual con el heterosexual.
Ante la homosexualidad la Iglesia católica no debe hablar pues muy ex cathedra,y menos dirigiéndose a los Estados como si estuviésemos en la Edad Media.

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